Conjunto de todas las imágenes de conclusión teniendo en cuenta el análisis de referentes de la clase
Pandemia: escenas de ayer y de hoy
La realidad que hoy se nos presenta ha llegado para muchos como una sorpresa. Las palabras pandemia, peste, cuarentena, y demás, nos remontaban a un tiempo muy antiguo, a la dolorosa Peste Negra o a la temible Gripe Española, pero ahora son bastante vigentes como palabras que representan también nuestra época actual. De repente, se reduce la distancia entre nosotros y nuestros ancestros que vivieron esas pandemias pasadas. Mirar hacia el pasado y comprender la manera en la que estas personas padecieron sus respectivas pandemias puede causar miedo sobre lo que le espera a la humanidad en la pandemia actual. Sin embargo, ver el pasado genera también un sentimiento de empatía y, más importante aún, de esperanza, ya que podemos ver que la humanidad como conjunto ha logrado salir adelante y, ahora más que en ningún otro momento, nosotros también trascenderemos y lograremos que la humanidad siga su curso.

Sin duda alguna, la arquitectura ayuda a dar forma a todas las sociedades, la actual y las anteriores, por lo que su papel para responder frente a esta crisis que enfrentamos es de vital importancia. En esta serie de imágenes, donde se mezcla el pasado con referentes actuales a diversas escalas que puedan ser de utilidad para construir un ambiente humano que nos ayuda a salir de la pandemia, se ha tratado de mostrar cómo es necesario adaptarnos y cambiar para resolver y enfrentar un problema que, en realidad, no es tan nuevo como parece.

¿Tendremos que resignificar las plazas y los espacios públicos para poder volver a ellos? El espacio público es donde todos los ciudadanos tienen su espacio propio, es de todos y de nadie a la vez. Es probable que, debido a la amenaza actual, el uso del espacio público deje de ser tan público y aparezcan líneas, recuadros y demás demarcaciones para mantener la distancia. Se deberá repartir las plazas y los parques entre todos los ciudadanos. Aquí están sus dos metros cuadrados de pasto. Por otro lado, será necesario pensar en la flexibilidad de los espacio colectivos que ya tenemos. Ante una emergencia, puede que convertir los buses en unidades de cuidados intensivo sea una solución, o tal vez no. Lo que si es claro, es que una oficina nunca volverá a ser una oficina, un salón de clase tampoco. Entre más flexibles pensemos los usos a los que destinamos los espacios, más fácil será lograr edificios públicos que se adapten a las necesidades de cada persona, pero también de cada época y de cada emergencia. Finalmente, y muy unido a lo anterior, la casa debe convertirse en una extensión de la persona, no en su cárcel o en su celda de confinamiento frente a las amenazas externas, sean cuales sean. Las necesidades actuales nos obligan a tener espacios reducidos, mas esto no quiere decir que deban ser limitados en su uso u olvidar que la naturaleza existe.

En conclusión, es claro cómo la arquitectura ha podido hacer que nuestra pandemia haya sido más llevadera que las pandemias del pasado. Sin embargo, los problemas de antes y los de ahora, claramente en distintas medidas, siguen siendo muy similares. No debemos bajar la guardia, la arquitectura ha sido y debe seguir siendo un mecanismo efectivo de adaptación, que podamos mejorar cada vez que se nos presenta un problema como humanidad y así lograr, como se pudo en el pasado, seguir adelante.

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